Juan Vargas Tejada
Antecedentes.
La primera noticia histórica documentada sobre nuestra provincia se halla en el “Libro de Visitas de Santo Toribio de Mogrovejo”, que narra los viajes del religioso por el interior del Perú, entre 1591 y 1595. A su paso por este valle hace registrar la existencia de las tribus guerreras de los Jeberos y Motilones en Pósic, así como de pobladores españoles e indios, en las estancias o haciendas, a lo largo y ancho del valle, hasta el pueblo de Miam.
En 1593, apenas sesenta años después de la invasión europea al imperio incaico, todo el valle, incluido Huamanpata, es ya propiedad privada de los españoles, cuyos dueños vivían en ciudades constituidas, como Chachapoyas y Trujillo.
En 1685, una nueva incursión española por parte de los franciscanos instalados en Chachapoyas, sale rumbo a las últimas tierras libres al sur de la provincia, presidida por el Fraile Alejandro Salazar, con el motivo de cristianizar a “los infieles” y someter varias naciones que florecían en las riveras del río Huambo.
Alrededor de 1780, los frailes franciscanos Benigno Izaguirre (Historia de las Misiones Franciscanas y narraciones de los progresos de la Geografía en el Oriente del Perú) y Fernando Rodríguez Tena (Crónica de las Misiones Franciscanas), han recopilado escritos inéditos sobre las actividades de los religiosos de esta orden, registrando las huellas de nuestros antepasados y, sobre todo, la temprana invasión española a nuestro valle.
En 1791, “El Mercurio Peruano”, publica la noticia de “la conquista de las tribus Choltos, Cheduas y Alones”, fecha de probable existencia aún de estos indios.
Época Preincaica:
En “Los Valles Olvidados”, obra que resume las investigaciones dirigidas por la antropóloga y arqueóloga Inge Schjellerup, se recalca la presencia de la cultura Chachapoyas en este lugar.
Fuentes no documentadas, también dicen que Chuquitacta Huamán, de las tribus Chachapoyas, radicó con su familia en Cochamal, poblando luego Huamampata, Laurel y Posic.
Pero, ¿qué sabemos sobre los aborígenes del valle de Huayabamba?
Sin desmerecer la teoría que sostiene la retirada de las tribus que poblaron el valle de los ríos Shilpicachi, San Antonio y Leyva, hacia la cuenca del Huambo, luego de la entrada de los Chachapoyas e incas (entre 1000 al 1500) nos encontramos con la incógnita de cómo mantuvieron estas tribus su presencia hasta la llegada de los españoles a las montañas que circan el río Huambo. ¿Convivieron, tantas naciones selváticas halladas por los nuevos colonos, primero con los sachapuyos, luego con los incas, o fueron los temibles “Antis” de las flechas envenenadas del Antisuyo que obligaron la salida de estas dos grandes culturas de la zona?
En los lugares que hoy parten desde Zarumilla hasta Luz de Oriente, los franciscanos encontraron las naciones Cheduas, Alones, Choltos, Ucbias, Chillapures, Sayos y Panebotes, que en ocasiones se unían para la guerra contra los Chocoltos, más penetrados en la selva. Pero no hay noticias en las crónicas de entonces, sobre los indios chachapoyas o incas que dejaron sus construcciones de viviendas y andenerías por toda la cuenca del río Huambo y río Verde.
Época Incaica:
Se sostiene que los pobladores de toda esta zona, tenían relación con la región andina del sur, mediante un camino que parte de Cajamarquilla (Provincia de Bolívar-La Libertad), pasando por el sur de Chachapoyas, el oeste de San Martín, y el sur de Mendoza, El Guambo, Laurel, Huamampata, hasta llegar a Posic, donde existía un lavadero de oro y un yacimiento de sal que eran explotados por los incas. Existen en toda esta zona abundantes restos arqueológicos chachapoyas como incaicos.
En “Historia de las Misiones Franciscanas…” de Benigno Izaguirre (1781), se halla:
“Uchumarca es un distrito septentrional de Pataz (Bolibar), colinda con tierras de cultivo que los misioneros explotaron con el nombre Huayabamba, y que hoy se hallan descuidadas. El fértil valle de Huayabamba que fue atendido con predilección por nuestros religiosos desde tiempos muy remotos”.
La obra citada de Inge Schjellerup, aclara:
“los incas cambiaron el espacio de su paisaje cultural cuado invadieron en las tierras de los Chachapoyas aproximadamente en 1470 (…). Caminos del Inca fueron construidos desde Caxamarquilla, de Cochabamba y del valle de los Chilchos (…) y se juntaron en la unión de los ríos Huambo y Huayabamba, para continuar sobre y a lo largo del río Huambo hasta Huaman Pata y también mas al este”.
Antes de la llegada de los españoles, hubo una intensa actividad agrícola y cultural tanto de los Chachapoyas como los Incas, desde la provincia de Bolívar, de La Libertad , por la cuenca del río Jelache o río Verde, pasando por Luz de Oriente (donde el río Huambo tributa sus aguas para dar origen al río Huayabamba) hasta Huamampata.
Los hallazgos arqueológicos incas, a cada paso, a veces junto a los chachapoyas, nos sugiere toda una época de vivencias que avivan la imaginación, como para ver a los incas del Cuzco, tal vez a Huayna Cápac, acercarse a este valle en los afanes de de la guerra o la cacería, buscando al venado de exquisita carne, al murciélago de fino pelaje para el tejido exótico de su manto, o reposando en su baño de piedras talladas, con su chorrera al aire libre, al estilo del Cuzco imperial, que permanece hasta hoy bajo la floresta que vino a cubrirle en los 500 años de su abandono, sobre el actual pueblo de Canaan, unos 25 kilómetros de Luz de Oriente en línea recta, en las alturas de Inka Llacta, donde nacen las quebradas que dan origen al Río Verde.
Queda mucho por estudiar para entender, por ejemplo, el significado de los “morteros” rotos que hallamos siempre en las ruinas donde antes florecieron nuestros antepasados; los lugares de culto a los dioses, donde la coca tuvo su valor sagrado; para entender también el origen de muchas de nuestras costumbres y expresiones, como los nombres de nuestros pueblos, la diversidad de genotipos raciales, la pasividad e inteligencia del huayacho.
Época Colonial:
La versión que no cita fuentes afirma que:
“Alonso de Alvarado, después de fundar la ciudad de San Juan de la Frontera de los Chachapoya (5 de septiembre de 1538), yendo hacia el oriente peruano en busca de El Dorado, llegó hasta Cochamal, fue muy bien recibido por los indígenas, obsequiándoles las damas de Cochamal, sus joyas, objetos de adorno de oro y plata. Al retorno del capitán español de la ciudad de Lima, donde informara al Gobernador de su descubrimiento y sus conquistas, en su segundo viaje, no fue bien recibido en Cochamal, Los indígenas, al mando de Guayamil, descendiente del cacique cajamarquino Kitante Chuquihamán, le opusieron resistencia en una batalla, que acabó con la derrota del jefe y su condena a muerte”.
En “El libro de visitas de Toribio Mogrovejo” se registra lo siguiente en 1593:
“Desde (….) la doctrina de Cheto, tomó Su Señoría Ilustrísima un viaje muy trabajoso para ir a Moyabamba (….) y visitó los pueblos siguientes.
Primeramente el valle de Huayabamba (…) , el pueblo y asiento de Xebil. (…)
En el asiento de Huayabamba (…) se hallan las estancias siguientes: de Leonardo Baltasar Ortiz y de Antón de Novoa y de Juan Muñoz su hijo; tiene más de mil cabezas de ganado de vacas, tiene y están en dicha estancia 122 personas, chicas y grandes. La estancia de Don Gómes de Chávez que está en dicho valle, que tendrá 200 cabezas de ganado vacuno (…) La estancia que está a una legua del dicho valle, donde cogen coca los indios de Taulía y Huamampata
Otra estancia del valle de Huayabamba que se llama Cochamal y vienen indios de Cheto y Olía y Timal, que son 40 y 50 y 60 indios (….) y tienen iglesia en dicho asiento (….)”
En una recopilación de “El Mercurio Peruano”, editada por Felipe Bailly, en 1861, con anterioridad a la visita de Antonio Raimondi a este valle en 1869, hallamos los datos siguientes que bien pudo conocer el sabio italiano:
“El año de 1685, el P. Fr. Alejandro Salazar, religioso francisco se internó desde Chachapoyas a la quebrada del Huambo, en donde conquistó las naciones de los gentiles Cheduas, Alones y Choltos, y los redujo a tres pueblos que se conservaron por mucho tiempo con el nombre de Presidencia de Santa Rosa del Huambo, hasta que finalmente se entregaron al ordinario de Trujillo (….)
Según Benjamín Izaguirre, Raimondi hace historia sobre este Valle, quien, posiblemente ignorando la visita de Toribio de Mogrovejo, habría escrito:
“Descubrimiento del Valle de Guayabamba” (Guayabamba: Ver párrafo 3.8 )
Aunque el valle de Guayabamba del actual departamento de Amazonas, no figura en ninguno de los mapas del Perú, publicados en estos últimos tiempos, ha sido sin embargo descubierto desde el año de 1685.”
“En efecto, en este año el padre fray Alejandro Salazar, religioso de la orden franciscana, salió de Chachapoyas, para la quebrada del río Huambo, el cual está formado de muchos ríos, algunos de los cuales bañan el hermoso y productivo valle que hoy lleva el nombre de Guayabamba.
Dicho religioso, después de haber conquistado las tribus de los indios Cheduas, Alones y Choltos, que vivían en estado salvaje, los redujo a tres pueblos, que se conservaron mucho tiempo con el título de Santa Rosa de Huambo.... capital del citado valle de Guayabamba, hallándose completamente destruido el pueblo de Huambo que se hallaba más adelante, y cuyo nombre se da actualmente tan solo a unos terrenos que se cultivan por temporadas.
Entonces Raimondi, aún bajo su sapiencia, considera como estado salvaje el de los indios. Sin embargo, hoy conocemos mejor la forma como fueron incomprendidos los naturales de este mundo simplemente diferente y cuya cosmovisión ahora valoramos en extremo, por el respeto y veneración que rindieron a la naturaleza.
El Fraile Salazar, llegó a nuestro valle ya maduro el trabajo colonizador, tal vez conociendo lo que pasó desde la llegada de los primeros españoles, cuando también los nativos de las selvas vecinas de Moyobamba eran sojuzgados y explotados con crueldad por los gobernantes o encomenderos blancos, a la vez que protegidos por los religiosos españoles, y que huían y se refugiaban en las zonas más recónditas posibles.
¿Qué tribus vinieron escapando del abuso de los conquistadores y las enfermedades que borraron poblaciones enteras alrededor del valle?
Dice Schjllerup:
En las Historia De Las Misiones Mercedarias menciona las poblaciones entre Taulía y Moyobamba: “Las poblaciones indígenas de San Pedro de Guamanpata, San Francisco De Illebamba y San Francisco De Yalpac. Administrándola con solicitud y esmero hasta el año 1682, fecha en que las pestes y calamidades extinguieron totalmente tanto a los indios de los pueblos principales como los pertenecientes a los pueblos anexos”
La sumisión incondicional de las tres tribus aborígenes o “infieles” al fraile español, recogida en la crónica de Fernando Rodríguez Tena, denota ya un trabajo previo sobre los indios:
“A las cinco (de la tarde) llegaron (el fraile Alejandro Salazar acompañado de los Alones y Choltos) al pueblo de Cumalyacu, sitio muy fértil y apacible (…) el curaca del pueblo llamado Uxxo, acompañado de ochentisiete personas chicos y grandes, salió a recibir al Padre, y puestos todos en tierra decían repetidas veces, Amigo, Amigo, Amigo; el padre con cariño los levantó a todos. El curaca tomó al padre de a mano y lo llevó a su galpón, donde tenía un regalo (….) los montones de diferentes frutas más abundantes, más suaves y de mejor sazón; tenía dispuesta de hojas de palma cuarto para el padre más barbacoa muy aseada y paja muy limpia (…) aquella noche la pasó el padre muy gustoso con sus tres naciones, Alones Choltos y Cheduas, cuyos curacas Quichaolte, Quillaqui y Uxxo, le acompañaron hasta el primer canto del gallo.(….) El día ocho (….) y se dijo misa (….) el día nueve regresó a la población de los Alones(….) levantó luego capilla donde colocó un Santo Cristo, el día diez celebró misa, al pie del crucifijo puso día mes y año en que tomó posesión del sitio en nombre del rey y de su Santidad.
Es curioso hallar en estos escritos, a parte de nuestros rastros preincaicos y las raíces de nuestra estirpe, los rasgos de gentes nobles, inteligentes y los genes de una exótica belleza:
“(….) Halló la nación de los indios infieles llamados Alones, en un galpón bien dispuesto, acompañados de su curaca Quichaolte, eran cincuentinueve chicos y grandes, gente corpulenta, bien agestada y dispuesta, limpios en sus cuerpos y muy afables. Día seis, acompañados de ellos salió a las cinco de la mañana hasta llegar al pueblo de Choltos, cuya nación de gente bien dispuesta, corpulenta y de rostros hermosos, apacibles y rendidos (….) la nación Panebote es amulatada, pelo crecido y oveleado, corpulentas, bien dispuestos, hermosos de rostro, limpios en sus cuerpos….”
Es una pena que hayan desaparecido los pueblos de tales indios hermosos conquistados por los españoles, diezmados por las nuevas enfermedades y el abandono de los gobiernos, como bien lo manifiesta el fraile Izaguirre, al referir el informe del padre Francisco Álvarez Villanueva, al rey Carlos III, en 1781:
“Las Misiones (en la amazonía)…. se hallan en la mayor decadencia desde la expulsión de los Jesuitas; pues unas veces se entregan a clérigos, otras a frailes, y en tanta variedad de gobiernos, llegaron al estado más lastimoso que se puede imaginar”
No florecieron las haciendas en Huayabamba, por las razones expuestas, y mientras los indios desaparecían, ya cerca de la emancipación de América, en la turbulencia de las revoluciones y el grito de libertad, el obispo español Jaime Baltasar Martínez Compañón, hombre ilustrado que viaja por Amazonas entre 1782 y 1787, llega al valle de Huayabamba, y compra, en nombre de la iglesia católica, la hacienda de Ombaya, negocio celebrado con su dueño en Trujillo, ante el escribano del rey, para donarlo y convertirlo en el pueblo de Santa Rosa:
“(….) Habiendo comprado Vuestra Señoría Ilustrísima con su dinero la Hacienda de Ombaya, que está en el centro de dicho Valle para que se fabrique la iglesia y pueblo de Santa Rosa que queda delineado, como que es tan conveniente al bien espiritual y temporal de estas gentes, y de los indios que quieran recibir en propiedad la porción de tierras de dicha Hacienda que vuestra señoría Ilustrísima las deja ofrecidas.
Y también conviene que a dicha parroquia se agregue el paraje de Guambo (….) ya por que sus pocas gentes no son de las convertidas, sino de los bandoleros fugitivos de las provincias inmediatas; ya por que el religioso que nombra dicha orden (Franciscanos) con título de presidente no tiene con qué mantenerse y (….) desde tiempo reside en Chachapoyas”
Época Republicana:
En su obra “El Perú”, Raimondi nos ha legado las bellas páginas que hacen una historia cálida, para sentir con emoción nuestro pasado republicano, cuando la vida en este valle, carente ya de indios para el trabajo forzado, se torna bucólica y añorable; Pues, como cuentan nuestros abuelos, mientras en los caseríos del valle del Shocol se mantenía pura la sangre española, en el valle grande, por su cercanías a Chachapoyas y Moyobamba, las mujeres de ojos verdes y azules se desposaban con los migrantes que desde entonces venían, ya no en busca de El Dorado, sino de las tierras fértiles, su clima paradisíaco y su gente culta: Todos los niños iban a la escuela, y los profesores recibían su pago en especies.
De Moyobamba a Chachapoyas. — Valle de Huayabamba — Regreso á Lima. 1869. Obra: “El Perú” de Antonio Raimondi (capítulo XXIV)
Viaje al valle de Huayabamba.- (…) listo para continuar mi camino hacia Cajamarca, me vino á la mente el valle de Huayabamba, donde se fabrica el azúcar que se consume en el departamento de Amazonas. Busqué en los mapas y vi que no existía; (…) entonces me nació el deseo de visitar esta parte tan desconocida. (…)
El siguiente día salí de Cheto, continuando la quebrada hacia el origen del río, el cual se pasa varías veces no sin peligro, por su fuerte corriente. (…) Desde este punto el camino se hace mas quebrado; se sube y baja continuamente; la vegetación es la misma que en la parte templada de la región dela Montaña , apareciendo unas palmeras que dan cera, (Ceroxilon).
Después de haber pasado una hoyada con un riachuelo de aguas teñidas, que llaman Lejía, volví á subir una larga cuesta para ir á pasar la noche en el tambo de Huálama(…)
El siguiente día salí de Cheto, continuando la quebrada hacia el origen del río, el cual se pasa varías veces no sin peligro, por su fuerte corriente. (…) Desde este punto el camino se hace mas quebrado; se sube y baja continuamente; la vegetación es la misma que en la parte templada de la región de
Después de haber pasado una hoyada con un riachuelo de aguas teñidas, que llaman Lejía, volví á subir una larga cuesta para ir á pasar la noche en el tambo de Huálama(…)
Dejé el tambo, y después de subir un pequeño trecho, llegué á la cumbre del cerro, desde cuyo lugar empieza la bajada al valle de Huayabamba. La vegetación se hace más variada, apareciendo luego algunos arbolillos de cascarilla y unas bellas y vistosas Ericáceas, un poco más abajo aparecen varias palmeras que dan al paisaje el carácter tropical. El camino por unos trechos es bastante pasable, y por otros malo, estando en parte cubierto de palos transversales y en parte empedrado.
Terminada la porción más inclinada de la bajada, se marcha por un terreno ondulado, pasando algunos arroyos, y por camino de montaña, hasta llegar al caserío de Cochamal, que pertenece al valle de Huayabamba.
Los habitantes del valle de Huayabamba, como los de la provincia de Jaén no viven en los pueblos sino en las casitas diseminadas á cierta distancia una de otra, y donde tienen sus cultivos. Sólo en los días festivos van á la población.
Los habitantes difieren , sin embargo , de los de la provincia de Jaén, por ser más activos y trabajadores ; ellos procuran abrirse caminos por todas partes sin esperar la ayuda del Gobierno , por que han comprendido que el mejor medio de facilitar su comercio de azúcar, aguardiente, chancacas , frutas, etc., es el de tener buenas vías de comunicación.
Así, el camino que conduce á Chachapoyas está mucho mejor cuidado que el de Chachapoyas á Moyobamba. Además hace poco que están abriendo otro por el río de Chontachaca á Leimebamba, para ir directamente á Cajamarca sin pasar por Chachapoyas. También han hecho su exploración, y abierto una trocha para ir directamente á Moyobamba.
De Cochamal seguí mi marcha por el valle, el cual se va poco á poco ensanchando, y por todas partes se ven chacras ó cultivos con ranchos.
Entre Cochamal y Santa Rosa, en un lugar llamado Pahuana, tuve la satisfacción de ver una casa de agradable aspecto, pues tenía sus paredes blanqueadas, y la satisfacción fue mayor cuando vi que este edificio era una escuela bastante concurrida y con un inteligente preceptor.
A una legua de Pahuana se halla otro lugar, llamado Tintamoro, donde hay una grande casa con oficina para fabricar azúcar. Más allá de Tintamoro las casas con terrenos cultivados se suceden casi sin interrupción hasta la población de Santa Rosa, que es la capital del distrito de Huayabamba.
Al ver este valle, tan arrinconado que no figura en ningún mapa, ciertamente no se sospecharía hallar allí una población como Santa Rosa, la que aunque no es muy grande, tiene una regular apariencia. En efecto, Santa Rosa tiene una iglesia de cal y piedra con su plaza provista de una capilla en cada esquina. Las casas son de adobes con paredes blanqueadas y dispuestas en calles, algunas de las cuales son bastante rectas. Un conducto cubierto lleva el agua potable á la misma plaza, saliendo en forma de chorro de una cabeza de animal esculpida en madera, para caer á una pequeña taza de piedra. En Santa Rosa hay una escuela de niñas y otra de varones, bastante concurridas.
Después de haber visto la capital de este importante distrito de la provincia de Chachapoyas, continué mi marcha por el valle visitando los lugares de Calohuayco, Milpo, y Totora, En seguida pasé el río sobre el puente de Pindocucho, y seguí por terreno llano al lugar llamado Naranjos, y luego á la hacienda del Corral, cuya casa se halla en la orilla de una laguna. De allí pasé á Chirimote, y subiendo las cuestas de Chirimote y Paltayrumi, llegué á la cumbre de los cerros. En este punto terminan los terrenos abiertos y desmontados, presentándose la virgen vegetación de la montaña. Bajé al otro lado por un camino un poco estrecho y sombreado, hallándome una hora después en un lugar habitado, llamado Achamal, donde hay cultivos de caña.
Aquí puede decirse que termina la parte poblada del valle de Huayabamba, pues en seguida hay solamente unos terrenos cultivados por temporadas, sin habitantes permanentes.
No teniendo interés alguno en pasar más adelante, hechas algunas observaciones y examinadas las producciones del lugar, regresé á la población de Santa Rosa. De allí me dirigí á la quebrada de Omia, para ver el lugar llamado San Nicolás, el que, constituido por una iglesia con unos ranchitos al rededor de una plazuela, tiene el aspecto de un pueblo en miniatura.
De San Nicolás seguí á otro lugar , llamado el Callejón , donde tuve el placer de visitar una escuela con setenta alumnos ; y continuando en seguida por terreno muy poblado , pasé por San Antonio , Dipa , Michina, Cruzyaco , Ayña y Aranjuez , saliendo del valle á pocas cuadras de distancia del pueblo de Cochamal por donde había entrado.
De San Nicolás seguí á otro lugar , llamado el Callejón , donde tuve el placer de visitar una escuela con setenta alumnos ; y continuando en seguida por terreno muy poblado , pasé por San Antonio , Dipa , Michina, Cruzyaco , Ayña y Aranjuez , saliendo del valle á pocas cuadras de distancia del pueblo de Cochamal por donde había entrado.
El valle de Huayabamba produce azúcar, chancaca y aguardiente, siendo notable el primer producto por su buena calidad. En ningún otro valle del departamento de Amazonas, ni del fluvial de Loreto fabrican un azúcar tan bueno como el de Huayabamba, y se puede decir que este lugar abastece de dicho artículo á todo el departamento de Amazonas, parte del de Cajamarca y parte del de Loreto. Parece que la naturaleza del terreno tenga una influencia muy marcada sobre la calidad del azúcar, puesto que en las demás partes no tiene tan buen grano como en Huayabamba.
Lo que más me ha complacido al recorrer el valle de Huayabamba, es ver que cada barrio tiene su buena escuela, con numerosos alumnos que asisten con puntualidad y dirigidos por jóvenes inteligentes. Realmente sorprende hallar en un lugar tan arrinconado y casi desconocido, tantos establecimientos de instrucción que pudrían envidiar las provincias más centrales.
En esta materia debo decir en justicia, que es digno de elogio no solamente el estado del valle de Huayabamba sino el de todo el departamento y ojala que en todos los demás se cuidara de la instrucción primaria como en el departamento de Amazonas.
Al hablar de las escuelas del valle de Huayabamba, merece citarse la singular sustitución que han hecho al papel. Como este artículo es algo escaso en el interior, los alumnos de la escuela de Cochamal, cortan sus pliegos para escribir de las hojas del plátano, las que se prestan admirablemente para este uso, habiendo visto hermosas muestras de escritura, trazada con tinta sobre esta nueva clase de papel.
Terminada mi expedición por el valle de Huayabamba, regresé á Chachapoyas, variando un poco el camino para ver el pueblo de Sonche.”
Creación de la provincia
El antiguo distrito de Huayabamba, perteneciente a la provincia de Chachapoyas, fue dividido por ley el 5 de febrero de 1875, en cinco distritos: Santa Rosa, San Nicolás, Soquia (ahora Huambo), Totora y Omia.
El Gobierno de Sánchez Cerro creó la provincia de Rodríguez de Mendoza, el 31 de Octubre de 1932, ascendiendo a la categoría de distritos los pueblos de Cochamal, San Miguel de Soquia, Aiña (que se denominaría Longar), Santa Rosa, Totora, Limabamba, Milpuc, Chirimoto, Omia, Vista Alegre y San Nicolás, posteriormente se crea el distrito de Mariscal Benavides.
Se señaló como capital provincial, al pueblo de San Miguel de Soquia, al que se dio el nombre de “Huambo” y se elevó a la categoría de ciudad.
El 30 de enero de 1933, se trasladó la capital de la provincia a la ciudad de san Nicolás, a la que dio el nombre de “Mendoza”.
Esta provincia lleva el nombre del ilustre Chachapoyano Don Toribio Rodríguez de Mendoza, cuya niñez, en parte, también la pasó en este valle, como apunta Fernando Romero en su obra “Rodríguez de Mendoza Hombre de Lucha”:
“Al encanto de este paraíso vegetal (Se refiere a las riveras del Utcubamba) se sumaba el glorioso interés que Toribio ponía en las actividades agroindustriales que se desarrollaban en la lejana chacra de Leivacito, situado en el valle de Huayabamba, y en los seres y cosas relacionadas con el trapiche, especialmente en los cansinos bueyes moledores y en perol de fundición donde se formaba la prieta raspadura más dulce aún que la caña de azúcar”
Preciosa tarea queda para los jóvenes estudiantes, profesores y aficionados: Una minuciosa investigación de nuestra historia, que baya más allá de una reseña o elucubraciones aventuradas.
3.8.- ¿Huayabamba o Guayabamba?
En las crónicas de Javier Xagua, hallamos que los españoles pronuncian, por ejemplo, “Huacas de Huanacaure”, cuando los indios decían “Guacas de Guanacaure”.
No se olvide la evolución de los idiomas. La palabra “Inga” de los primeros escritos españoles se transforma luego en “Inca”, por ejemplo; “tampu”, en “tambo”; “Xebil, en “Jebil”; “Pampavado”, en “Pambavado”; “Chirimote”, en Chirimoto”; etc.
En la obra ya mencionada de Inge Schjellerup, se halla lo siguiente: “Por las descripciones tempranas (....) para bajar a la selva, dejando el área del valle de Guayabamba, ahora Huayabamba, (....). Es una noticia interesante, por que da a entender algo sobre la anterior presencia Inca (...) así que las tierras tienen nombres quechuas de la época prehispánica”
Más adelante dice:
“Las tierras de Sachabamba y Manchabamba (en Huambo) y unas lomas y una laguna nombrada Gotal pertenecen a su majestad real (Archivo Regional de Chachapoyas, Protocolo 1688). Es una interesante noticia, por que da a entender algo sobre la anterior presencia inca en la área, tales así que, las tierras tienen nombres quechuas de la época prehispánica”.
Se puede, pues, afirmar que palabra “Huayabamba”, de uso común por los naturales de este valle que son de ascendencia española, pero cobijados en tierras incas, equivale a “Wuayllabamba”, como en efecto hay otros lugares en Perú (Cuzco, San Martín, Leymebamba), nombrados a veces indistintamente “Huayabamba” o “Wuayllabamba”.
Así, “Huayabamba” no proviene de la voz española “guayaba”, como pretende haberlo demostrado Victoriano Zelada Vela, quien, además, niega la influencia inca en nuestra cultura.
Se necesita mayor investigación sobre los toponímicos. Hay versiones, por ejemplo, de que el nombre original de Cochamal, es Cochabamba, puramente quechua; en cambio “Cocha-mala” es mezcla de quechua y castellano, y bien pudo darse el cambio luego de la invasión española. Pero “Guaya-bamba” no parece unión de castellano y quechua, (“Guayaba-bamba”). Además, apenas llegados los españoles ya mencionan al valle como Huayabamba.
Es poco serio deducir sin fundamento en la toponimia, como inducir que el nombre del caserío Achamal, viene de “hacha-mala, o que Tocuya viene de “te-cuyo”. Los toponímicos de la provincia como “Omia”, “Ombaya”, “Pahuana”, “Tocuya”, “Jebil” “Laja”, etc., no necesariamente vienen del quechua; acaso existan voces en lengua sachapuya y hasta algunas autóctonas o primitivas cuyo significados se habrían perdido. En otros casos, puede darse la unión de voces en diferente idioma. También hay palabras sugestivas del castellano como Longar, que viene de longitud, Luongo, largo y su homófono arcaico “Lóngar”, que significa “Panal de miel”.
En los diccionarios de traducción del quechua al castellano, no se usa para el quechua las letras G ni H, y “Guaya” o “Huaya” es voz quechua y lo más probable, pues, es que la palabra “Huayabamba” corresponde a “Wayllabamba”, que traducido al castellano significa “Pradera verde y florida”
Finalmente, diremos que el término “huayacho”, que pertenece al vocabulario de los nativos de este valle, se usa como gentilicio, pero no de modo despectivo como si fuera en lengua castellana, sino denotando afectividad, tal como en las zonas de habla quechua se usa “mamacha” o “Juanacho”, para denotar cariño hacia una persona.
Hasta hoy, no se acostumbra en huayabamba usar el gentilicio españolizado “huayabambino”, ni es necesario usar “huayachito” para alagar al lugareño.
Por lo tanto de ningún modo tiene la palabra “huayacho” una connotación peyorativa, como pueden pensar los forasteros de algunas provincias de la región, hasta haberlo dado un significado totalmente divergente al original, como, “tonto”,”ingenuo”, etc.
3.9.-Nuestros valores culturales.
Sin lugar a dudas, el síntoma más notorio del abandono de la educación por parte de los gobiernos locales, se halla en el estado actual de nuestros recursos culturales.
La escuela, dada sus limitaciones presupuestales, se limita a improvisar actividades que connotan con el cuidado de la naturaleza y la práctica popular del folklore, que se encuentra en claro estado de decadencia, cuando en otros lugares del país se dedican denodados esfuerzos para potenciar nuestra gran riqueza natural y el legado cultural de nuestros ancestros.
3.10.-Costumbres ancestrales
El arte de la danza
“La Danza ” es una frase que en esta provincia signa toda una coreografía de varias horas de duración, y se conoce como “Pasos” a cada manifestación que, en efecto, constituye una escenificación generalmente dramática de las vivencias pasadas, a modo de danzas. Esto permite una interpretación histórica de esta actividad artística, donde la evolución de su música es notoria, la misma que es interpretada por el talentoso Pifanero, quien tañe la flauta de tan solo tres orificios, el llamado “Pifano”, mientras toca, simultáneamente, un pequeño tambor.
Los danzantes, guiados por el Maestro de la Danza , lucen una bellísima indumentaria en la cabeza, llamada “Corona” con el colorido plumaje de las aves del lugar que parecen escoltar al imponente pico del “Diostedé”, como se llama a la variedad de tucán de estos lugares.
El vestuario, que tuvo que pasar por el lógico proceso evolutivo, desde el original, primitivo; el imperial, de la época incaica; el colonial; hasta el variado traje de vestir de antaño, como lo recuerdan nuestros mayores, ha sido reemplazado, finalmente, por la sencillez de un pantalón azul y una camisa blanca de mangas largas, la que fue adornada por una banda ancha y roja, que a veces quita comodidad al danzante y poco ayudaba a realzar su elegancia; tal vez por ello, últimamente, se ha estilizado dicha banda, en una versión más fina. Según el maestro de danza, Don Julián Grández Meléndez, la tradición cuenta de un vestuario imperial con un poncho de lana y pantalón de algodón muy bien adornado; también recuerda que, en su niñez, los danzantes lucían ropa de vestir en diversos colores, siendo él, uno de los creadores del vestuario actual: pantalón azul y camisa blanca
Es necesario apuntar que, por estos tiempos, a causa de la emigración, se notan cambios serios en esta actividad, no solo en el vestuario, haciéndose necesario poner en marcha proyectos de rescate de la tradición, así como de apoyo a las tendencias innovadoras, para bien, de modo que nuestro folklore, no sea solo gloria de nuestro pueblo, sino de toda la nación, además de beneficiar la industria turística local y nacional.
Descontando algunos elementos comunes al folklore selvático, y andino, como el uso de las llamadas “Shacapas”, a modo de castañuelas en los tobillos, la danza de Huayabamba goza de gran originalidad, tanto por la gallardía de los danzantes como por su contenido interpretativo.
Con el afán de dar a conocer la realidad de nuestro folklore, destacamos la labor del danzante de Calohuayco, Don Juan de la Cruz Aguilar Acosta, quien trasluce su amor al arte de la danza en sus actitudes de entrega para salvaguardar los últimos valores de esta actividad, así como su colaboración para el presente bosquejo.
También, son merecedores de todo reconocimiento. Las siguientes personalidades:
Don Julián Grandes Meléndez, de Miraflores, quien es maestro de nuestra danza, que lo aprendió de su padre, Don Ananías Grández López y que recuerda con hondo cariño a sus maestros, don Natividad Castro y Don Adolfo Grandes; el primero también alentó en la danza a su hijo Domingo Castro Huamán, y el segundo fue hijo de danzante, Don Isaac Grandes y tubo hijo danzante, Don Andrés Grandes Maldonado, padre de cuatro actuales danzantes: sugestiva muestra de cómo se educa con el ejemplo.
Don Manuel Ascención Espinoza Huamán, de Zubiate Puquio,San Martín, maestro Pifuanero, hijo y discípulo de Medardo Espinoza Arista, quien aprendió el arte de su abuelo materno Isaac Arista. Recuerda Don Asho Espinoza, que, niño aún, en una de sus actuaciones, en la La Totora de aquellos tiempos, el profesor Don Justo Pastor le había felicitado y regalado con una hermosa paya cuy de buena raza. Recuerda también haber asistido con su música en la casa de la devota huambina, Doña Candelaria Castro, quien celebró las velaciones en honor a San Antonio, por nueve años continuos.
En Omia vive Don Juan Mori Góngora, pifuanero de este distrito, hijo del danzante José Fidel Mori, y discípulo de Juan de Dios Rodríguez Góngora. Él, recuerda a los danzantes Eufemiano Collazos, Manuel Reyes Rodríguez, Román Torres Mori y Don Concepción.
Cuenta Don Francisco Solano Torres Vela, que en los años 30, cuando era Pifuanero Don Máximo Góngora, el Vestuario de los danzantes de este lugar, lo constituía un pantalón blanco de hilo hilado artesanalmente y camisa del mismo color, atravesada por una ancha banda roja. La corona, adornada con plumas de diostedé, loros y pava silvestre, llevaba cintas rojas y blancas, solamente.
En tiempos pasados, para la danza fuerte que se daba en las fiestas patronales de Santa Rosa, celebrada por 2 mayordomos y 10 caporales, era necesaria una cuadrilla de doce danzantes como mínimo, llegando hasta dieciocho en ocasiones, por lo que se convocaba a los artistas de, Huambo, Santa Rosa, Longar, Shucsho, Cochamal y Omia.
Hoy, es difícil reunir a los artistas diseminados en la provincia. Los más conocidos son:
El maestro Adolfo Góngora, de Ramos; Jerónimo Tuesta López, de Huambo, también maestro. Manecés Trigoso, de Shihua; Demetrio López, de Huambo, Juan Aguilar Acosta, de Huambo; Miguel Meléndez Mendoza, de Cochamal; Amador, de Lucero Pata, Longar; los hermanos Olivio y Adolfo Grández, de Los Milagros, Huambo.
Mención especial merece el profesor Elmer Arista Santillán, quien trabaja en la IE N º 18390 de la tierra que lo vio nacer: Cochamal. Él es tataranieto del que fuera pifanero y maestro de danza de antaño, Don Marcos. Y actualmente es el profesor que cultiva el arte de la danza y toca el pifano. Tiene a su cargo el Taller de Danza de su IE, con apoyo solamente de sus profesores y comunidad, no así de las instituciones llamadas tutelares de la educación. También enseña danza, actualmente, a niños de la capital provincial.
La danza
Comienza la danza con Los Tres Compases, La Fuga , Los Dos Compases. Las llamadas Figuras: como La Rosa Partida , La Media Luna , La Letra S ó El Número Ocho y La Escondida , indican los movimientos principales. El compás 33, según Juan Aguilar, se refiere a los movimientos de los pies: 3 en tierra, 3 en el aire.
Algunos Pasos:
1. La Presentación : Los danzantes alzan los pañuelos frente al publico en venia de saludo
2. La Fuga : Danza muy alegre que saca sudor a los danzantes
3. La Perdiz : Paso inspirado en el caminar y el picotear de esta ave, parece ser el más antiguo, por la sencillez de su música, la que, sin embargo, nos transporta con nostalgia a los tiempos primitivos donde el hombre pudo vivir en perfecta armonía con la naturaleza. Los danzantes juntan los imaginarios granos y alzan el vuelo. Tiene dos pasos.
4. El Mono: Inspirado en los movimientos de los monos al comer sus alimentos. Se realiza bajo un racimo de plátanos maduros que ha colgado el mayordomo en una viga de su casa. Los danzantes se transforman en monos para coger, a ganadas, solo con la boca, la agradable fruta. Se acostumbra este paso en las llamadas velaciones.
5.-La Danza Incaica o El Incaico: Es una Danza de guerra propiamente incaica.
6. La Carachupa : Danza que, llevando el nombre con que se conoce al armadillo en este lugar, hace gala de una extraña habilidad en los danzantes, quienes, recogen tan solo con la boca el recipiente llamado “pate”, que yace en el suelo, conteniendo el licor embriagante, para luego servirlo a los personajes principales que han acudido a la fiesta donde se ofrece toda la danza.
7. La Shuca Danza : Se inspira actitud del ave de carroña al disponer su comida. La Shuca , que en quechua es el gallinazo, se aflige y muere: presagio de nuevos tiempos.
8. El Tacsha Cotoncillo, danza muy activa, alegre y graciosa
9. El Adiós Pósic o La Despedida : Su música triste y el lastimero grito de los actores danzantes, nos hablan de la huida del pueblo de Posic, luego del incendio de sus chozas, cuando fueron vencidos por los colonizadores.
10. El Trapiche: Escenificación de la actividad que sugiere su nombre. El drama se hace presente trayendo a colación el dolor y la mutilación del hombre, que de diversas formas se hicieron presente en las nuevas formas de trabajo colonial.
11. El Cojo: Nuevamente los danzantes simulan mutilación y danzan en un solo pie.
12. El Gallo: Escenifican la nueva costumbre colonial traída por los españoles: la lidia de gallos. El maestro danzante se coloca en medio y se escucha imitar el canto del gallo. Kikiriki
13. El Buitre: Doce danzantes escenifican la caza del buitre, el mismo que es representado por un danzante con poncho; los otros simulan ser perros, gallinazos y el cazador (tirador)
14. Los Pastores: Representa la adoración de los pastores al niño Jesús.
15. Los Dichos: Danza religiosa. A media noche, después del rezo ante la imagen y al silencio del pifuanero, cada danzante declama unos versos (Don Jerónimo decía: del tronco nació una rama, de la rama una flor, de la flor nació María y de María el redentor)
16. La Provinciana : Danza alegre.
17. Sangre Amorosa: Danza alegre
18. El Llanto De La Virgen : Adaptación de La Despedida , para la virgen patrona de los pueblos.
19.-El Toro Barroso.
Gastronomía:
El Shirumbe.- Sopa en base a chochoca y yuca, con carne ahumada o gallina.
Caldo de maní.- caldo hecho a base de maní tostado y molido con huevos
Sopa de maní.- Sopa en base a maní tostado, fideos y huevos
Ucho de Maní.- maní verde molido, hecho en una cazuela, con huevo y shilshil (huacatay).
Tacacho.- Hecho a base de plátano verde asado y luego frito con carne de chancho o chorizo.
Locro de yuca. – Especie de sopa con yuca bien madura, picada de modo especial, y con fríjol, que puede ser verde o seco, previamente cocido. Se aromatiza con perejil.
Puchero.-.
Cuy con maní.- Cuy cangado (puesto al calor de la brasa) y luego misturado con maní tostado, acompañado con yucas o papas y huevos sancochados
Dulces y Conservas. Aquí es típico la elaboración de dulces y conservas de Guayaba, fríjol, piña y manjar blanco, con los envases tradicionalmente llamados cajetas, así como los caramelos huayachos (confites preparados con azúcar rellenos de maní seco y tostado).
Tragos típicos.
La bebida típica de renombre es el aguardiente de caña isleña o huayacha, y a base de esto se preparan otros macerados con piña, mora silvestre, naranjas, entre otros.
Artesanía.- Se están perdiendo las muestras de una artesanía tradicional propia, que no habiendo sido abundante, son en cambio un legado importante para su ofrecimiento al turista, como los tejidos de algodón hilado finamente, las llamadas alforjas cuzqueñas, los paños de manos (pañmanos), etc.
Felicitaciones al autor de estas notas históricas ,que nos acercan a nuestras raíces, pasando por descripciones de autores serios y objetivos, como el gran Raimondi.gracias por vuestro trabajo .
ResponderEliminarMe encanto
ResponderEliminarExcelente trabajo,el autor narra, apoyado por una bibliografia seria, la historia de nuestra provincia.
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